La UE y el pacto por el futuro del planeta
Unión Europea / Cooperación

La UE y el pacto por el futuro del planeta

04 February 2021
La UE y el pacto verde

Cuando Joseph S. Nye acuñó el término soft power en 1990 es posible que no tuviera en mente la posibilidad de que la Unión Europea (UE) se convirtiera en lo que actualmente es: un actor con influencia normativa mundial. Dicha influencia viene ratificada por el reconocimiento que se le da a los estándares europeos en temas como la protección de datos, la calidad y gestión de los alimentos o la aviación, entre otros.

Desde este punto de vista, la importancia de la UE no recae en su capacidad coercitiva a nivel mundial, ni mucho menos, sino en su influencia para impulsar iniciativas y marcos regulatorios con altos estándares. Estos permiten a las empresas e individuos vender productos tanto en un mercado de 500 millones de habitantes como es la UE, como en otros países sin necesidad de adaptar producción a nuevos estándares porque ya cuentan con los europeos que son los más altos.

El ‘efecto Bruselas’, como bien nombró Ana Bradford en 2012 para referirse a este tipo de soft power encubierto, afecta más de lo que podríamos esperar a priori en, por ejemplo, la lucha contra el cambio climático y la neutralidad en el ciberespacio.

Conocedora de su capacidad de impulsar y traer consigo a gran parte de los países del mundo, la Comisión Europea está promoviendo el establecimiento de una agenda digital y otra verde que estructurará las políticas públicas de la propia Unión, sus Estados Miembros y sus socios.

Un Pacto Verde prometedor

“En medio del caos también hay oportunidad” escribía Sun Tzu en su famoso libro El Arte de la Guerra.

En mayo del 2020 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen lanzó una iniciativa global, ambiciosa y, probablemente, de mayor calado en la historia reciente de la Unión Europea: el Acuerdo Verde Europeo (the EU Green Deal).

Dicha iniciativa ya había sido introducida en diciembre del 2019 por la presidenta Von der Leyen sin una gran repercusión. No obstante, la misma presidenta, con gran avidez política y con una pandemia descontrolada, supo relanzar el Acuerdo Verde en mayo del año siguiente. La transcendencia del momento de lanzamiento del Acuerdo Verde fue definida por Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, como “el plan de estímulos más ecológico del mundo” cuyo objetivo principal es transitar a una economía europea sostenible con el medio ambiente y lograr la neutralidad del carbono para 2050.

Gracias al ‘efecto Bruselas’, el Acuerdo Verde se convierte de facto en otro elemento más del engranaje de la acción exterior y de la capacidad de influencia normativa de la UE a nivel mundial, poniendo el Acuerdo de París por el Clima en el centro de la política internacional, y estableciendo el marco estratégico y operativo de trabajo claro en las relaciones con sus socios.

Consecuentemente, no es de extrañar que el Acuerdo Verde haya venido de la mano del “relanzamiento” de la iniciativa One Planet Summit, impulsada conjuntamente por el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente costarricense Carlos Alvarado Quesada, el pasado 11 de enero de 2021, junto a la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas. La iniciativa viene a reafirmar la voluntad de un conjunto importante de países que busca conservar el 30 % del planeta para el año 2030.

Además, el regreso de los Estados Unidos al Acuerdo de París, escenificado mediante orden ejecutiva firmada el 20 de enero por el presidente Joe Biden, consolida la posición común y el interés que tanto la UE como los Estados Unidos tienen de liderar la lucha contra el cambio climático, recuperar la influencia internacional perdida bajo el mandato del presidente Trump, y reclamar el espacio multilateral como punto de resolución de conflictos ideado en la Conferencia de Yalta y plasmada en la Conferencia de San Francisco (1945).

Si bien el presidente Biden no se ha mostrado favorable al American Green New Deal (GND), propuesto por la congresista Alexandria Ocasio-Cortez y el Senador Ed. Markey en mayo de 2019, es de esperar que la nueva posición norteamericana sea, de facto, muy cercana a la europea y, probablemente, menos ambiciosa que el GND, pero importante tanto en contenido como en forma.

La UE: un actor más global, activo, digital y verde

El acuerdo político entre el Parlamento Europeo y los Consejo de Estados Miembros de la UE de diciembre de 2020 sobre el nuevo instrumento para financiar la acción exterior de la UE, llamado “Neighbourhood, Development and International Cooperation Instrument – NDICI” para el Marco Financiero Plurianual (MFF) 2021-2027, es esencial para el fortalecimiento del soft power europeo y para que la UE se convierta en el actor global que le corresponde.

NDICI no es un simple instrumento de acción exterior de 79,5 billones de euros, sino que es el corazón de una voluntad política y ciudadana fuerte para realizar una transición digital, preservar la naturaleza y proteger la biodiversidad del planeta, a través de líneas financieras de cooperación entre países socios –partners – y regiones.

Dicho instrumento establece algo inédito para la acción exterior europea: al menos el 20% de los 79,5 billones de euros debe tener un componente de acción de lucha contra el cambio climático y otro (7,5%) de protección de la biodiversidad. Asimismo, NDICI simplifica y elimina las barreras “artificiales y geográficas” impuestas por los anteriores instrumentos europeos de financiación de la acción y cooperación exterior, así como introduce interconexiones necesarias entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Además, en términos absolutos, el presupuesto para la acción exterior de la Unión Europea es el más alto de la historia si se compara con los 58,7 billones de euros del MFF 2014-2020, o los 56,7 billones de euros del MFF 2007-2013.

Finalmente, dentro de la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, se crea un nuevo instrumento extrapresupuestario llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, para financiar la acción exterior europea con implicaciones militares o de defensa y cuyo objetivo es prevenir conflictos, preservar la paz y reforzar la seguridad y la estabilidad internacionales.

Con todo, podemos ver como la Comisión Europea ha hecho un esfuerzo titánico para simplificar y ordenar los instrumentos de financiación de la cooperación internacional europea. Sin embargo, los retos de la política exterior de la Unión Europea son enormes. No sólo en términos de ejecución de este colosal presupuesto, sino, y lo más importante, en la consecución de resultados que sean sostenibles y duraderos a largo plazo.

Llegados a este punto, la pregunta que debemos hacernos todas las personas que trabajamos en la cooperación internacional es: ¿cómo podremos estar a la altura de las expectativas? Y, por ende, ¿seremos capaces de finalizar el 2027 en un mundo mejor del que nos hemos encontrado en 2021?.

 

Marc Reina, gestor temático del componente de cooperación policial de EL PAcCTO.

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