Para quienes luchan diariamente contra el crimen transnacional organizado, existen varios temas sumamente importantes: la cooperación internacional, la especialización de los actores de la cadena penal, una efectiva coordinación entre estos actores, el análisis de la amenaza criminal para conocer su realidad y poder anticipar su evolución y la definición de estrategias conjuntas, entre otros. Sin embargo, hay otro tema que, por su carácter fundamental, supera probablemente a todos los demás: el dinero que genera el crimen organizado y todos los bienes procedentes del delito que produce.
No es una sorpresa para nadie que el motor de los criminales sea el lucro y que su combustible sea el dinero. Lo que no deja de ser abrumador son los montos generados en este ámbito. Aunque por tratarse de fenómenos ocultos es difícil tener cifras precisas, según varios estudios, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), estima que los fondos ilícitos generados por las actividades criminales y delictivas en el mundo representan un 4% del PIB mundial (o sea 3,76 trillones de dólares). Al mismo tiempo, se estima que los activos lavados a nivel global representan entre el 2 y el 5% del PIB mundial (es decir entre 1,88 y 4,7 trillones de dólares). A nivel de la Unión Europea (UE), se considera que las actividades ilícitas generan un beneficio de unos 110 000 millones de euros por año. Además, también en la UE, se estima que las autoridades logran incautar y confiscar entre el 1 y el 2% de estos activos criminales. Se podría seguir con más cifras, pero a lo mejor estas cantidades son suficientes para entender una serie de afirmaciones: los grupos delictuales organizados tienen, hoy en día, recursos económicos superiores al PIB de varios países del planeta; las ganancias que generan las actividades criminales son descomunales; estos grupos tienen la capacidad de comprar cualquier cosa, servicio y, en muchos casos, hasta personas… En efecto, existe una correlación demostrada entre presencia y ganancias del crimen organizado y niveles de corrupción. El uno no va sin el otro.
Esta realidad que se tiene que mirar en frente es, junto con la violencia, la afectación a las personas humanas, a la salud pública o al medioambiente, una problemática mayor que se tiene que abordar de forma determinada. Quizás lo más sencillo es preguntarnos: ¿sería tan potente el crimen organizado si no tuviera tantos recursos económicos? Se puede debatir, contrastar argumentos, defender aproximaciones originales, pero lo más probable es que a esta pregunta, la respuesta no deje de ser positiva. Es interesante también subrayar que, si bien en todos los países del mundo impera una presión ciudadana para castigar a delincuentes y criminales –generalmente a través de penas de prisión–, no existe un movimiento tan potente para aplicar una condena muchísimo más eficaz que cualquier medida privativa de la libertad: la confiscación total y sistemática de todos los bienes procedentes del delito. Es un castigo que tiene puras ventajas: hace que el crimen no se siga pagando, limita fuertemente la capacidad de grupos organizados de expandirse y permite a los Estados recuperar fondos para financiar políticas tanto preventivas como represivas (en un contexto en el que los presupuestos públicos sufren numerosas limitaciones). Si lo comparamos con las políticas penitenciarias, costosas, que generan violencia, afectación a los Derechos Humanos y que no han demostrado un real impacto en la reducción de los niveles de violencia, elegir la eficacia no parece tan complicado.
A pesar de esta situación, las finanzas del crimen organizado siguen siendo, en muchas partes del mundo, una tierra ignota o, por lo menos, un sector en el que los márgenes de mejora son considerables. No se trata de decir que la investigación y persecución de los delitos económico-financieros vinculados con el crimen organizado son una cuestión sencilla. Al contrario, son extremadamente complejas, por la variedad y a veces impenetrabilidad de los flujos financieros, por el entramado de empresas, sociedades, montajes financieros que hacen muy difícil la identificación de los actores involucrados y más aún del beneficiario final de estos dispositivos. Tampoco decimos que las legislaciones están totalmente adaptadas para enfrentar esta realidad y que la cooperación internacional en la materia resulte muy fluida. Menos aún creemos que no existan trabas, resistencias e intereses para que no haya evolución en estas materias e investigaciones que permitan identificar, incautar y confiscar estos bienes.
Ahora bien, frente a la montaña de activos criminales que cada día sigue creciendo, o bien podemos quedarnos con los brazos cruzados, para ver hasta dónde pueden llegar y empleando excusas como que no estamos preparados o que no tenemos las herramientas, los recursos o la buena legislación. O bien se puede actuar, con toda la imperfección de lo que disponemos, pero con una voluntad inquebrantable que puede mover montañas –hasta montañas de dinero sucio-: seguir el dinero, identificar tantos activos criminales como se pueda, atacar los bienes procedentes del delito por todos los frentes, confiscarlos todos, recuperarlos y ponerlos a disposición de la comunidad. No es un reto fácil, necesitará muchos esfuerzos, pero no es nada inalcanzable.
Desde el Programa EL PAcCTO, conscientes de la gran relevancia de esta temática, estamos trabajando con los países de América Latina, desde hace varios años, para fortalecer las capacidades de las instituciones de la cadena penal, reforzar la cooperación internacional y capacitar a los actores, en particular en materia de lavado de activos, identificación, confiscación y gestión de bienes procedentes del delito. Sin embargo, todavía mucho se puede hacer: desarrollar la especialización de los integrantes de la cadena penal en estos ámbitos que requieren de conocimientos detallados y, en varios casos, de una alta tecnicidad; fomentar procesos de cooperación policial y jurídica internacional en estas materia para que sea más expedita y efectiva; reforzar la coordinación interinstitucional para que los actores que intervienen en estas materias trabajen de la mano; facilitar el uso de procesos y herramientas que proporcionen una gestión efectiva de los activos criminales. Se trata también de incentivar la transversalización de los temas económico-financieros en cualquier caso de crimen organizado ya que, cuando hay crimen, hay activos criminales que se tienen que identificar y confiscar.
Al escoger la temática de las finanzas del crimen organizado para nuestro Encuentro Anual de Programa, esperamos que las discusiones y los debates permitan a todos los participantes entender cuán fundamental es este tema y que cada uno pueda conocer las herramientas y buenas prácticas que existen para enfrentar esta problemática. Ya es hora de abordar este tema de forma completa, voluntaria y determinada. Si queremos tener resultados efectivos en la lucha contra el crimen transnacional organizado, atacar a las finanzas del crimen es un paso obligado. ¡Juntas y juntos, lo podemos conseguir!
Xavier Cousquer (@Xcousquer) y Juan Gama (@JuanGam57648687), codirectores de EL PAcCTO