Prueba de esto son las dos incautaciones históricas en los puertos de Hamburgo y de Amberes el pasado 24 de febrero. En Hamburgo, se incautaron 16 toneladas de cocaína y 7 más en Amberes. En ambos casos, los barcos procedían de Paraguay. Más allá del carácter excepcional de estas dos operaciones simultaneas, hay una serie de lecciones que aprender.
- En primer lugar: está demostrando que, a pesar de la situación, de los confinamientos, de las restricciones de movilidad y de los controles adicionales que suponen, los grupos del crimen organizado no han renunciado a hacer negocio y a trasladar cantidades gigantescas de droga de un punto a otro.
- Parece que Europa se está convirtiendo en un lugar privilegiado de destino para la cocaína sudamericana. Seguramente por el mercado que representa y las posibles ganancias económicas que generan, y que superan las del Norte del continente americano.
- Confirma que las rutas de la cocaína están evolucionando y que Paraguay se está transformando en una plataforma del tráfico de cocaína. ¿Por qué? Por su proximidad con Bolivia y Brasil o el asentamiento cada vez más importante de grupos criminales internacionales en el país – como es el caso del Primeiro Comando da Capital brasileño. También por el uso de puertos y vías fluviales menos controladas que otras infraestructuras y rutas del continente latinoamericano.
- Por último, estas incautaciones simultáneas de una cantidad tan importante de droga indican que tanto la inteligencia como la cooperación policial están funcionando entre América Latina y la Unión Europea. con el rol determinante que juega EUROPOL en materia de cooperación y de coordinación de las fuerzas de seguridad a nivel de la Unión Europa.
Incautación e identificación de las organizaciones criminales
Si bien hay que felicitarse de esta operación exitosa y, si no cabe duda que el coste económico de estas incautaciones para la organización criminal que envío la droga es altísimo, incautar no es desmantelar la(s) organización(es) que se esconde(n) detrás de estos tráficos.
Sin cuestionar el trabajo excepcional que realizan las fuerzas de seguridad, también está permitido preguntar: por cada tonelada incautada, ¿cuántas pasan por debajo del radar y llegan a su destino previsto?.De la misma manera, la evolución de las rutas de la cocaína, que transitan cada vez más por los países del Cono Sur de Sudamérica, tiende a demostrar que, si bien las políticas de lucha contra el narcotráfico han tenido cierto éxito, también es de constatar que, al centrarse en la incautación, han esencialmente desplazado el problema.
Esto no es una crítica, ni un juicio – tenemos mucho respeto por las fuerzas de seguridad encargadas de la lucha contra el narcotráfico y sabemos muy bien lo que ha costado y lo que sigue costando, hasta en vidas humanas, la lucha contra este flagelo – sino un llamamiento para complementar sistemáticamente el trabajo de inteligencia y cooperación orientado a la incautación de drogas, con otro destinado a identificar y desmantelar las organizaciones criminales, confiscar sus bienes y arrestar a sus integrantes. Sin duda, es una labor compleja, que necesita tiempo e importantes recursos y que no da resultados visibles inmediatos, pero es indispensable si queremos realmente acabar con estos fenómenos criminales.
La escuela del crimen en las prisiones
Mientras Alemania, Bélgica y, en general, toda Europa, estaban mirando con cierta incredulidad esta incautación récord, las prisiones del Ecuador se inflamaban. Una ola de violencia de una amplitud que el país nunca había conocido, dejó escenas de una crueldad inédita en el sistema penitenciario ecuatoriano y un balance de unos 75 muertos. Estos motines son el resultado directo del enfrentamiento entre varios grupos del crimen organizado presentes en las prisiones del país. Sin embargo, los modus operandi utilizados hacen pensar que estos grupos se inspiraron de prácticas que ya se observaron en otros países de Latinoamérica. O, peor quizás, que los grupos organizados de la región están en contacto e intercambian procedimientos y malas prácticas.
En un ámbito regularmente considerado como la escuela del crimen, lamentablemente no sorprende tanto que pueda existir un mimetismo entre prácticas de grupos organizados encarcelados en una prisión con otros de otro país distinto. Sin embargo, se van a tener que tomar medidas drásticas si queremos evitar que se cree una Ivy League de las prisiones. Es decir, más controladas por el crimen organizado y, por lo tanto, más peligrosas.
La más urgente y evidente es la separación física estricta de los privados de libertad que pertenecen a un grupo organizado con los de otros grupos. A corto plazo, debería permitir que no se repitan estallidos de violencia. Sin embargo, no será suficiente para solucionar una problemática tan compleja. En este contexto, es imprescindible trabajar de forma más determinada en la clasificación sistemática de los detenidos. También, en su ubicación en los centros penitenciarios en función de sus grados de peligrosidad. Es la única forma de conseguir un tratamiento adecuado en función del perfil de cada privado de libertad. De evitar la contaminación entre detenidos pertenecientes al crimen organizado y los de “derecho común”. De que las prisiones se transformen en estas escuelas del crimen que mencionamos anteriormente.
Centrar esfuerzos en luchar contra el crimen en pandemia
En el mes de febrero el mundo seguía enredado en la lucha contra la pandemia. Mientras tanto, el crimen organizado ha demostrado que no solo la situación actual no le afecta. A lo mejor, le conviene.
Las instituciones públicas de muchos países sufren el agotamiento del combate contra la pandemia. Por eso, sabemos que pedir un esfuerzo adicional es pedir mucho. Es perfectamente lógico que haya prioridades en este momento, pero tampoco se debe olvidar que, más allá de la pandemia, muchas amenazas siguen vivas. No podemos perder de vista la realidad del mundo actual. Mientras centramos nuestros esfuerzos en curar a paciente de la COVID-19, la gangrena se está esparciendo por otras partes del cuerpo.
Hoy en día, el crimen organizado es esta gangrena que se va propagando a bajo ruido. Si no le prestamos más atención, cuando abramos los ojos solo nos quedaran las opciones más drásticas o, quizás, ninguna opción más. Amigas y amigos, colegas, socios, cuidado, ¡el crimen organizado se está diseminando y va contaminando!
Equipo EL PAcCTO