La captura del fugitivo Morabito tras su evasión de la cárcel de Montevideo por más de 20 años, es una victoria para la legalidad y una muestra palpable de los avances en la cooperación judicial y policial de los últimos años. Sin duda demuestra la importancia de las iniciativas de diplomacia jurídica y asistencia técnica en materia de justicia y seguridad.
En la operación de captura han participado los Carabinieri de los departamentos especiales de Italia junto al Servicio de Cooperación Internacional de Policía, la Policía Federal de Brasil, la DEA de EE.UU e Interpol.
Conexiones criminales entre América Latina y Europa
La particular modalidad de evasión de la captura y el largo período de fuga de Morabito, llama altamente atención ya que existe una relación consistente e importante entre el crimen organizado italiano- europeo y las organizaciones criminales brasileñas y latinoamericanas más peligrosas.
En particular, hay dos grandes organizaciones criminales brasileñas que son diferentes en su génesis y en su forma de actuar, de los clásicos cárteles mexicanos y colombianos. Estas se han desarrollado dentro del violento y superpoblado sistema penitenciario de Brasil, que es el cuarto país del mundo en número de presos. Un fenómeno en cierto modo similar al que se produjo en Italia en los años 80, con la «Nuova Camorra Organizzata (NCO)» de Raffaele Cutolo.
El “Comando Vermelho (CV)” de Rio de Janeiro y el “Primeiro Comando da Capital (PCC)” de San Paulo, nacieron y crecieron en los centros penales, transformándose en verdaderas bandas criminales transnacionales sudamericanas.
Brasil es el segundo mercado más grande del mundo
Estos grupos, primero aliados y luego en conflicto, han protagonizado sangrientas rebeliones en las instituciones penitenciarias. Ambas organizaciones han demostrado una considerable capacidad de agregación dentro del país, lo que les ha permitido aumentar su alcance criminal y controlar el tráfico y la suministración de drogas desde los países productores, permitiendo que Brasil se convierta en el segundo mercado más grande del mundo después de Estados Unidos, con dos millones ochocientos mil consumidores.
A finales de 2016, la ruptura de la vieja alianza entre el CV y el PCC generó una ola de violencia en los centros de detención brasileños, que continuó durante años, ya que el PCC estableció alianzas con otras bandas (nacionales e internacionales) para conseguir el control del tráfico de drogas en las zonas de influencia del CV.
El Primeiro Comando da Capital está en fase de expansión y, según un informe del gobierno brasileño, se considera el mayor y mejor grupo criminal organizado de la región, con unos cuarenta mil miembros, ingresos multimillonarios y un fuerte apoyo entre los presos.
El 31 de agosto de 1993, un grupo de ocho reclusos que habían sido trasladados al centro penitenciario de Taubaté, en aquel momento considerada la prisión más segura del Estado de São Paulo, formaron el PCC expandiéndose dentro de la prisiones y apoyándose en tres aspectos: la violencia, la organización y la revuelta contra las instituciones penitenciarias. La organización fue responsable de diversos actos delictivos para conseguir el control de las prisiones, llevando a cabo motines, fugas y crímenes. Con el tiempo, para financiarse, empezó a dedicarse al tráfico de drogas. La existencia del PCC fue denunciada públicamente por primera vez por la periodista Fatima Souza en 1997.
La organización tiene una estructura vertical de tipo mafioso, está dividida en «sintonías» y cada una de ellas tiene su propia función. La «sintonía de financiero» gestiona la parte financiera; la «sintonía de gravatas», paga los honorarios de los abogados; la «sintonía de otros países» se encarga de las relaciones con organizaciones extranjeras y la «sintonía de cebola» ayuda a las familias de los detenidos. Todos ellos pertenecen a la «sintonía final general», que es la cúpula de mando. Para dificultar las interceptaciones telefónicas por parte de la policía, los miembros del comando, al igual que la camorra en Italia, utilizan la lengua tradicional (el guaraní) para comunicarse entre ellos, lengua que también es difícil de entender para los brasileños.
El líder del PCC es considerado Marcos William Camacho llamado «Marcola» narcotraficante y ladrón de bancos con pretensiones intelectuales actualmente detenido en el centro penitenciario federal de Brasilia.
La corrupción, una estrategia para la consolidación
El Primeiro Comando da Capital ha conseguido formar grupos similares en otras regiones del país (por ejemplo, en Mato Grosso y Paraná) y aliarse con la poderosa «Familia do Norte (FDN)» en la Amazonia, un nudo fundamental para el tráfico fluvial de cocaína.
Gracias a la enorme afluencia de dinero, hoy ya no tiene que recurrir a la violencia como único instrumento, sino que también utiliza la vía de la corrupción. Una estrategia que ha permitido el fortalecimiento de la organización en los cinco estados más importantes de la nación brasileña, en detrimento de los narcotraficantes fragmentados de Río de Janeiro y expandirse a nivel internacional.
El objetivo del PCC es claro: al aumentar su expansión internacional, pretende llevar a cabo el proyecto concebido por Pablo Escobar Gaviria, es decir, ponerse a la cabeza de una única organización para controlar todo el mercado de la droga en el sur del continente (Narcosur).
El caso Morabito plantea la cuestión del riesgo de que el PCC haya llegado a acuerdos con la ‘ndrangheta y los grupos criminales europeos para el suministro de cocaína en toda Europa.
EL PAcCTO es un programa de cooperación internacional financiado por la Unión Europea que busca contribuir a la seguridad y la justicia en América Latina a través del apoyo a la lucha contra el crimen transnacional organizado.
Entre las diversas acciones llevadas a cabo en el escenario latinoamericano, cabe destacar las del programa EL PAcCTO, centradas en la lucha contra el crimen transnacional organizado abarcando toda la cadena penal para evitar el riesgo de infiltración de los grupos criminales más peligrosos en los sistemas penitenciarios y mejorar la gestión de los mismos.
Giovanni Tartaglia, coordinador del componente de sistemas penitenciarios de EL PAcCTO.