El primer reflejo del ser humano es protegerse. Durante siglos, los humanos erigieron muros pensando que era la mejor y más eficaz forma de garantizar su seguridad. Cuando Isaac Newton pronuncia la célebre frase que da título a este artículo al inicio del siglo XVIII, la frontera es un elemento constitutivo fundamental de los incipientes Estados-Nación y una manera para que los gobernantes asentaran su poder y dominio sobre un territorio. Se admite que, en aquella época, el pueblo cede libertad por la protección que le brinda el Estado. Sin embargo, en un mundo que no era nada globalizado, ¿qué conduce a una de las principales figuras del Siglo de las Luces a pronunciar esta frase? ¿Qué resonancia tiene hoy?
Desde entonces, el mundo se ha abierto, interconectado, globalizado de tal manera que pocos pensadores de los siglos pasados hubiesen anticipado, y ha sido un proceso extremadamente rápido. Para cada Estado o gobierno en el mundo, es un desafío inmenso saber cómo adaptarse tan rápidamente a la evolución de ciertas realidades. Difícil es la evolución de algunas tradiciones, formas de conservadurismo más o menos intensas en cualquier parte del mundo y, sobre todo, de algunas mentalidades.
Sin embargo, la realidad del inicio de este siglo XXI demuestra que los muros no nos protegen más. Altos, fuertes, supuestamente infranqueables, es una ilusión pensar que hoy en día cualquier frontera puede ser hermética. A lo mejor, lo son para los honestos ciudadanos que se ven afectados por todas estas barreras, pero son una quimera para los grupos del crimen organizado quienes, desde hace tiempo, aprendieron a sobrepasar los obstáculos, hasta los más sofisticados. El desarrollo de las nuevas tecnologías que permiten circular dinero varias veces alrededor del mundo en tan solo un segundo, el considerable aumento de los movimientos de personas y mercancías hace que, a día de hoy, las fronteras sean un concepto bastante relativo. ¿Seguimos mirando los muros mientras se están cayendo?
Mecanismos nuevos de colaboración contra el crimen
Si bien construir muros, en búsqueda de protección, sigue siendo un reflejo natural del ser humano, construir puentes no lo es. Sin duda, esta realidad explica que, desde hace varios años, el crimen transnacional organizado progrese y nosotros estemos corriendo detrás, sin ninguna esperanza de poder alcanzarlo. Los grupos organizados se están aprovechando de nuestros fallos e incapacidades para construir estos puentes y hace tiempo que ellos han erigido los suyos.
Los países de la Unión Europea, en su proceso de creación de un espacio común pero también abarcando esta realidad, decidieron hace unos veinte años borrar en gran parte sus fronteras internas. En contraparte, vislumbraron la absoluta necesidad de construir mecanismos nuevos de colaboración para enfrentar los desafíos de un espacio más abierto, en particular el crimen organizado. Al crear estructuras permanentes de cooperación policial y judicial – EUROPOL y EUROJUST – al desarrollar nuevos mecanismos de trabajo, como es la orden de detención europea, han establecido puentes y están haciendo coincidir, poco a poco, la Justicia con la realidad del siglo XXI. ¿Es un modelo perfecto? No, queda todavía mucho por hacer. ¿Puede servir de referencia para otras regiones del mundo? Desde EL PAcCTO, lo creemos profundamente.
América Latina se enfrenta hoy en día a una realidad particularmente compleja: florece el crimen organizado y, tal vez, en la región todavía existe la creencia de que los muros, las respuestas puramente nacionales, el repliegue sobre sí mismo, son las mejores formas de actuar; no es así. Bien al contrario: necesitamos más dialogo, más contactos, más intercambios de información, más sistemáticos y, sobre todo, más rápidos si queremos recuperar el retraso acumulado. Precisamos de estos puentes entre actores de la lucha contra el crimen, entre instituciones, entre países que, lamentablemente, hoy en día, faltan. No hay alternativa, no existe manera más eficaz de luchar contra el crimen transnacional organizado, la cooperación es la clave única. Para esto está el Programa EL PAcCTO, porque sabemos que, en conjunto, somos más fuertes y podemos cambiar esta realidad. Dejemos de mirar, impotentes, nuestros muros que se desmoronan y nos llevan al fracaso. Empecemos ya a construir, juntos, los puentes que son imprescindibles para garantizar un futuro más seguro y estable para nuestros ciudadanos y las futuras generaciones.
Xavier Cousquer
Codirector de EL PAcCTO